EL CIELO ACOGE EN SU SENO UN ÁNGEL VESTIDO DE ROSA

 

Alma María o Mª José Navas Peña se nos ha ido hace ahora una semana. Hace justo un año que Alma Mª, como a ella le gustaba que la llamara, abría su corazón a nuestras vidas, un sábado de marzo, en el que publiqué su primera entrevista, que muchos y muchas de ustedes pudieron leer bajo el título: Alma Mª Navas: visibiliza con orgullo sus valores: mujer, transgénero y gitana. En ella esta mujer de 33 años nos narraba cómo había superado con éxito su etapa de tránsito, en un ámbito tan tradicional como el de la comunidad gitana. Decía, riendo, que a los tres años “ya sabía muy bien quien era yo”, que la Naturaleza había cometido un error con su cuerpo. Nacida mujer pero encorsetada en un cuerpo de varón, Alma Mª se ha criado entre las calles Mercado, Marques de Comillas y Almendros, en el Barrio del Campo, en pleno corazón de Benidorm. ¡ Y, cómo ya he dicho, los ángeles le abrirán los brazos complacidos, porque, a su vera, ya se sienta Alma María !



La última vez que la vi fue el pasado lunes, 12 de febrero, en los estudios de 8, La Marina, donde le grabé una entrevista póstuma. Días atrás nos habíamos tomado un café juntas porque quería poner en marcha un proyecto. En seguida supe que Alma, como se dice en el argot, se comería la cámara y, por eso, le propuse el hacer esta entrevista. Sus labios, su blanca sonrisa, sus ojos enormes como almendras, su piel canela, su largo pelo rizado y su 1'84 centímetros de estatura no pasaban desapercibidos. ¡ Era una diosa, con alma de mujer gitana !




Alma María llevó a cabo su metamorfosis al cumplir los 18 años y esa fue, de momento, la única intervención que se había realizado en el cuerpo porque su belleza era natural, que muy parecida a la de su madre: “Cuando ella falleció asumí como propio todo lo que representaba y cómo se comportaba socialmente en Benidorm, donde siempre se la respetó, sobre todo, por la educación de la que hacía gala; la llevo siempre por delante aunque soy más extrovertida de lo que era ella. Y es que por ser transgénero no quiere decir que te vayas a sentir menos gitana”, afirmaba. No le gustaba destacarse, llamar la atención ni vestir fuera de los cánones de la moda establecida. En su última entrevista me comentaba que a ella no les gustaba ni salir ni salir ni simbolizarse el Día del Orgullo Gay, “eso no va conmigo, lo respeto pero no me veo ahí”, aseguraba.

Su madre, su gran ejemplo


Y es que el camino de esta mujer no había sido fácil, la muerte de su madre y su separación de una relación tóxica, marcaron un antes y un después en su vida. El año 2018 supuso su particular catarsis. “Soy el recuerdo de mi madre, soy una gitana transgénero que me hicieron de hierro para ser la persona que hoy en día camina sin miedo a nada pero con mucho respeto”.




Pese a lo que muchos y muchas pudieran pensar, su familia, de etnia gitana, siempre la arropó, la cuidó, la respetó y la mimó y no necesitaba que nadie me lo contara: lo veía a diario. Alma, desde bien pequeña, vio aflorar su lado femenino muy por encima del masculino. “Sí destacaba mi lado femenino, sí (reía), pensaba que era una niña y mi padre me cortaba el pelo jajaja… ¡ Ellos, tan normal, me lo cortaban, y yo me lo quería volver a dejar largo,…!” Esta mujer tuvo una niñez y adolescencia, “buena, como el resto del mundo, me gustaba mucho relacionarme con chavales y chavalas mayores que yo”. De Benidorm, transgénero y gitana: “Sí, esos valores que llevo con la cabeza muy alta (¡ y mira si soy alta un metro ochenta y cuatro de estatura !), se los debo a mi madre porque antes de llegar a mis 33 años he tenido que asumir que, en esta vida, hay que caminar recta, lo mejor posible, con respeto, educación y pisando muy fuerte”.



Alma Mª finalizó sus estudios de la ESO, realizó varios cursos sobre Competencias Digitales y Competencias en el Mercado Laboral, en la Cámara de Comercio de Sevilla; también se inició en el mundo de la peluquería y estudió un curso para poder trabajar en casinos y bingos, le gustaba la medicina interna y la natural, lo que acaparaba la mayor parte de su tiempo libre era la lectura de libros relacionados con esos temas. A nivel laboral aseguraba no haber tenido nunca ningún tipo de problema: “He trabajado como camarera de bar y también como camarera de habitaciones, de dependienta, animadora turística, monitora, trabajé en el sector de la peluquería, en una sala de bingo y apuestas, maquilladora, etcétera. Me gusta el trabajo de cara al público mucho”.

Sus objetivos de futuro, Alma también los tenía claros: “Llegar lo más lejos posible y aprender de mis errores como ser humano para sacar las mejores versiones de mí”. Actualmente su mente estaba en llenar de contenido su blog: Los consejos de Mª José la matrona, en el que daba consejos de estilismo “a mi manera, ya sabes poniéndome un tinte pero siempre dicharachera como soy yo, gastando bromas, si se ha quedado bien, mal, jajajaja”, me comentaba delante de las cámaras de televisión.



El camino al que Alma María o Mª José daba plena normalidad, porque ella así lo ha vivido, entre los cánones gitanos, no lo había hecho sola, siempre junto a María Manuela, al resto de su familia y siempre bajo control médico. Esta es la historia de esta mujer que siempre fue mariposa en un mundo cuyo recorrido no siempre fue un camino de rosas, pero de Alma no podías esperar otra cosa sino a avanzar, como ella decía, hacia delante, con la cabeza bien alta, con el máximo respeto, y, siempre, aprendiendo de los errores. Hace justo una semana que se fue silenciosamente, cuando quería así lo hacía porque era un alma libre, pero ésta vez se marchó ligera de equipaje, a reunirse con su madre Mª Manuela, a la que tanto quiso y tanto echaba de menos, desde entonces tenemos un ángel más en el cielo y una estrella que brilla con luz propia en el firmamento. ¡ Allá dónde estés amiga descansa en paz, pues en la tierra nos has dejado muy tristes y con el corazón roto en mil pedazos.




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