LA CALA DE LA ALMADRABA EL ÚLTIMO VESTIGIO DE LA PESCA DEL ATÚN EN BENIDORM

    El nombre de esta hermosa Cala de la Almadraba nos transporta a épocas pasadas, haciendo referencia al método de captura de los atunes utilizado en estas mismas aguas y nos da una idea de la importancia de la actividad pesquera años atrás. Una cala de aguas cristalinas, de un azul turquesa que sólo el encanto del Mediterráneo ofrece con esa luz que lo embarga todo y que propicia amaneceres y atardeceres únicos no sólo por la belleza y el contraste entre la fina línea que divide en el horizonte el cielo del mar sino por el entorno de este bello rincón de la costa benidormense de la que ahora disfrutan cientos de turistas, a lo largo del año, ubicada en las faldas de uno de los parajes naturales protegidos más importantes de Benidorm: Sierra Helada. Poco queda de la “industria” que le dio nombre: la Almadraba, del almacén donde se guardaba el atún capturado en sal o de los áperos que utilizaban para esta técnica de pesca milenaria. Un sector que fue el motor de empuje de otro que perdura hasta nuestros días: el Turismo. Esta semana les propongo un viaje único al pasado de la Cala de la Almadraba y, por ende, a la historia de Benidorm.












    Siempre se ha dicho que Benidorm fue, en su día, un pueblo de pescadores. Un pequeño pueblo de pescadores en cuyo término municipal se han encontrado restos íberos y romanos. Al parecer en el momento en el momento de la Reconquista por el Rey Jaume I existía una alquería árabe en la partida del Lliriets, la población sería de poca importancia pues no aparece su nombre en el Llibre dels Feyts del Rey Jaume que conquistó esta parte de la provincia de Alicante en 1245. Las tierras y las aguas de Benidorm fueron otorgadas al almirante Bernat de Sarrià, importante señor feudal que puede considerarse como el fundador de la villa, al otorgar la Carta Puebla a Benidorm el 8 de mayo de 1325, época en la que se creó el castillo y la villa.

    Según el historiador Juan Ros Marí, ya en época preromana, “Benidorm era una aldea de pescadores, pero de pescadores artesanos porque se fabricaban sus barcas y lo que más se pescaba en esta bahía era atún. Estas gentes además eran mestres de aixa o maestros de azada, porque entonces no se labraba la madera como ahora. Ellos cogían el tronco lo cuadriculaban y lo laminaban y ahí entraba el oficio de calafater, que era quien construía la embarcación. Aquí había mucho pino y esa era la madera escogida por los autóctonos para hacer sus embarcaciones.” 

    Con esas herramientas propias y con el conocimiento ancestral de que el atún es uno de los llamados peces migratorios que nada siempre en grandes bancos y que, especialmente en la época del desove, se mantiene cerca de la orilla. Ese instinto migratorio de los atunes llevó a los todos los habitantes de la ribera del Mediterráneo a inventar y perfeccionar la técnica de la almadraba, en cuya disposición eran auténticos expertos pescadores de Benidorm que hace centurias ya se habían convertido en grandes maestros.



 *La almadraba de Benidorm, actualmente desaparecida, ha sido una actividad de gran relevancia social. A lo largo de los siglos esta actividad ha dado trabajo y sustento a un sector numérica y socialmente importante de sus habitantes, bien trabajando directamente en ella o bien en actividades auxiliares. En la toponimia de Benidorm han quedado nombres que nos recuerdan esa actividad: el edificio Almadraba en el Rincón de Loix, construido sobre el solar del almacén de la antigua almadraba; la cala del mismo nombre; la playa de la Chanca o Xanca, que nos recuerda que allí estaba la “chanca” o almacén donde se troceaba y salaba el atún; la calle del Pal, o lugar donde se elaboraban el cáñamo y el esparto para las cordelerías que necesitaban las redes y cuerdas de las almadrabas... 




    La almadraba de Benidorm fue una de las primeras en desaparecer pero desde entonces han ido desapareciendo poco a poco la mayoría de las almadrabas españolas hasta quedar reducidas a cuatro en el momento actual. Ojalá este artículo ayude a mantener el recuerdo de una pesca tradicional, muy sacrificada por su gran dureza y por exigir una extrema habilidad a sus protagonistas, permitiendo que durante siglos muchísimas familias de Benidorm y de otras muchas localidades encontraran en ella su bien ganado sustento...

    En su documento fundacional, la Carta Puebla otorgada por Bernat de Sarrià en 1325, se hace referencia a ella. En ese texto se cita también la piscaria o pesquería de Albalat, que probablemente fuese un lugar para pescar atunes, dado que estos animales se capturaban desde la antigüedad.

    En Benidorm la pesca de varias especies, incluido el atún, también aparece citada en otros documentos de los siglos XIV y XV pero su importancia y su proyección fuera de los límites de nuestra ciudad vienen a partir del siglo XVI con la introducción de una nueva técnica de pescar atunes, la almadraba. 






    Para conocer la vida diaria de la almadraba y de los almadravers son muy importantes las aportaciones de Miquel Soldevila Lloret, último arráez de la almadraba de Benidorm, y de Francesc Soldevila Sebastián.


    Origen de la almadraba de Benidorm


    La pesca del atún se documenta en Benidorm desde el siglo XV. La referencia más antigua es una prohibición parcial de pescar fechada el 6 de marzo de 1403, lo cual permite suponer que ya se pescaba en años anteriores, como mínimo desde finales del siglo XIV. La conocemos gracias a su publicación y transcripción por Pere Maria Orts i Bosch. Nos explica que se autorizaba a los lugares de “Dénia, Exàbea, Calp, Altea e de Benidorm” para que pudieran “pescar ab tonnayres e altres qualsevols arts” sólo durante la cuaresma de dicho año para aliviar la carestía de pescado que padecía la ciudad de Valencia.

    También transcribe otro documento, donde se indica que estaba prohibido pescar con “exàrcies de tonnayres en los mars dels lochs nostres de Exàbea, Calp, Altea e Benidorm” pero se permite pescar en aguas de Benidorm durante los meses de marzo, abril y mayo en el tramo comprendido entre la casa de la Sal y la cala de n’Aguiló (actual Cala de Finestrat), la zona que los atalladors podían vigilar.



    Según Quereda Sala en ese siglo las artes de pesca que se calaban eran propiedad de los Duques de Gandía, que también eran señores de Benidorm.

    La intensificación de la pesca del atún se producirá en el último tercio del siglo XVI gracias a una nueva técnica que algunos eruditos bautizaron como cetaria pero que los pescadores denominaron almadraba y ese es el nombre que ha perdurado.

    Los beneficios tan grandes que obtenían los duques de Medina Sidonia de su privilegio de pesca en Andalucía, los duques de Gandía consiguieron de Felipe II el privilegio, para sí y sus descendientes, de la peysca de les tonyines en els mars del present Regne, es decir del reino de Valencia, en los meses de abril, mayo y junio [...] por espazio de diez años”. La condición era pagar a la Regia Corte medio diezmo de todos los atunes, reservándose también el tercio diezmo de la Iglesia.

    No se usa aún la palabra almadraba, apareciendo en su lugar las expresiones “nuevo artificio” y “artificio” o “ingenio” y se indica que fue introducido por pescadores sicilianos. Está claro que se trataba de un arte fijo para pescar atunes que incluía novedades técnicas por las que se le consideraba un arte no usado hasta esa época en los mares del Reino de Valencia.




    Debía ser la almadraba que se deja calada toda la temporada, puesto que hasta aquel momento el cóp o copo se sacaba cada día a tierra. La comarca de la Marina se mostró como un lugar adecuado para el ingenio siciliano, tanto por la configuración de la costa como por la existencia de unos marineros que, al menos desde finales del siglo XIV, ya capturaban el atún con la técnica del tonaire.

    En 1580 calaban una almadraba en Benidorm y el resultado fue algo mejor pero tampoco el esperado: “se capturaron bastantes peces, aunque ningún bonito porque aún no sabían pescarlos los sicilianos”.

    Un problema grave de esas primeras almadrabas era la inseguridad por el constante peligro de los piratas berberiscos. Por eso, cuando los sicilianos instalaron la almadraba de Moraira se les consideró unos suicidas. Y no les faltaba razón: la almadraba de Benidorm fue atacada por los turcos el 1581 y la de Calpe fue saqueada por tres naves berberiscas en 1589. Los pescadores, que faenaban con regularidad durante la temporada del atún, tenían que hacerlo con grandes precauciones y poniendo a buen recaudo personas, artes y embarcaciones una vez terminada la faena.

    Pero el peligro no desanimó a los pescadores que, un año después de la captura de sus compañeros en Benidorm, volvían a calar la almadraba en la punta del Cocó (o del Alcocó) de Villajoyosa, el beneficio que se podría obtener por esa almadraba de retorno era de 15.000 libras.

    Fueron probablemente los pescadores de atunes, primero con tonaires y luego con almadraba, los que en el siglo XVI se instalaron en el recinto amurallado de Benidorm durante la temporada de pesca. Lo mantuvieron como lugar habitado durante los meses de la temporada pesquera porque el lugar había sido abandonado por sus habitantes y el municipio había sido absorbido por Polop como mínimo desde 1510. El ingenio de los almadraberos de Benidorm y la protección de la Corona hizo que tuviera una rápida evolución.



    Buscando mayor rentabilidad los duques fueron sustituyendo los capitanes sicilianos por gentes de Benidorm y Villajoyosa por ser una mano de obra más barata. Los beneficios fueron tan altos que el rey Felipe III se interesó por esta técnica. Según señala Pere Maria Orts, en una visita que realizó el monarca a Jávea en 1599 visitó las almadrabas y concedió a su válido el duque de Lerma, que también era marqués de Dénia, el privilegio de explotar las diecisiete almadrabas del Reino de Valencia, figurando entre ellas la de Benidorm. A través de esta familia, a fines del siglo XVII, pasarían a la casa de Medinaceli.

    En el siglo XVII disminuye la documentación referida a las almadrabas en general y a la de Benidorm en particular.

    A mediados de siglo sí que hay una referencia a la almadraba en la toma de posesión del señorío de Benidorm por el procurador de Beatriu Fajardo de Mendoza. Sólo se alude a ella y no se la describe porque no pertenecía a los señores de Benidorm. Esta almadraba tenía una xanca o chanca, un almacén donde se troceaba y se salaba la porción del pescado que no se consumiría en fresco. Estaba situada en la playa de Levante, a unos cien metros de la plaza del Torrejó, una zona que entonces quedaba en las fueras de la población.



    Conviene recordar que en aquella época, en la que no se disponía de técnicas de congelación o enlatado, una de las formas más usuales de conservar el atún para poder venderlo a las poblaciones del interior era precisamente conservarlo en sal. Con esta técnica se obtenían diversas piezas de salazón como ventrescas, lomos, solomillos, mojamas y huevas que podían exportarse a regiones muy alejadas. 

    En 1666 se produjo un hecho decisivo para Benidorm: su repoblación por Beatriz Fajardo mediante su Carta Puebla y la intensificación de la economía agrícola gracias al regadío del Riego Mayor del Alfaz creado por dicha señora territorial. Este súbito renacer de la agricultura no disminuyó la importancia de este sector pesquero, sino que lo estimuló porque incrementó la demanda.


    La almadraba de Benidorm en el siglo XVIII


En el siglo XVIII la producción agrícola de Benidorm creció considerablemente, tanto que se roturaron todas las tierras aptas para el cultivo hasta que se agotaron. A partir de ese momento la agricultura no podía mantener una población que también estaba en continuado crecimiento. Por eso las actividades marítimas, y de forma especial las almadrabas, fueron el sustento de muchas personas.


    A lo largo de ese siglo la almadraba de Benidorm se convirtió en una de las más importantes del Reino de Valencia. En 1783 se escribía sobre Benidorm: “En su mar se pesca copia [cantidad] de pescado mui sabroso. Pero lo que le hace célebre y conocido en todo el reyno es su almadraba, en que se cogen muchos atunes”.

    También se produjo el dominio de la técnica de la almadraba por parte de los benidormenses. Un dominio que acabó extendiéndose a cincuenta y cuatro almadrabas situadas a lo largo de las costas atlántica y mediterránea hasta Sicilia, el último rincón del Mediterráneo donde llegaba el atún en cantidades comercialmente significativas. Benidorm había adquirido una indiscutible reputación como la localidad más experta en el arte de la almadraba, tanto que la casa de Medina-Sidonia tenía contratados almadraberos de Benidorm para sus almadrabas del sur de la Península.

El dominio de este arte de pesca hizo destacar a los benidormenses sobre el resto de poblaciones mediterráneas y como tenían la reputación bien sentada de ser ellos los mas diestros de la costa, también son ellos los escogido para tender las ocho almadrabas que hay desde Tortosa a Cartagena. Salen regularmente a esta pesca 150 hombres, que en cuatro meses ahorran cada uno 600 reales; y además otros ocho con el nombre de Arráez o Capitanes, que tienen el séptimo de lo que se pesca en la temporada; y un doblado número de subalternos, volviendo después todos bien recompensados.” Cavanilles.


    En 1775 destaca la obra Relaciones geográficas, topográficas e históricas del Reino de Valencia del famoso geógrafo Tomás López de Vargas Machuca. Se trata de la recopilación de las respuestas dadas por personas seleccionadas de diferentes poblaciones a un cuestionario sobre geografía e historia repartido en 1774, que sirvieron para elaborar el mapa del Reino de Valencia del año 1788.

    En la citada obra ya se apunta que: “A poca distancia, siguiendo la costa de Levante, se entra en la playa de Benidorm, muy arenosa, y a una milla de su Cierzo está la población y castillo de Benidorm, habitado hoy de más de 400 vecinos, con algunas embarcaciones de tráfico y comercio y otras para diferentes pesqueros, que exercitan, no sólo en su playa, sí también en la isla de su nombre, que está a media legua de distancia dentro del mar, por la parte del Sur; y siguiendo la playa arenosa hasta el rincón nombrado de Oix, en cuya inmediación y sitio se planta almadraba, de avenida para la pesca de atún y otros pescados que en ella se cogen, la que pertenece por privilegio a la Casa de Medinaceli.”

    Destaca también en este siglo la descripción minuciosa de la almadraba del Rincón de Loix realizada por Antonio Sáñez Reguart que estuvo en Benidorm el año 1786 como comisario real de Marina de Guerra. Gracias a su Diccionario Histórico de los artes de la pesca nacional (1791) sabemos que la almadraba se armaba a primeros de febrero y duraba hasta el 15 ó 20 de junio. Trabajaban de 38 a 40 hombres dirigidos por el arraix y el sotarraix, que tenían como salario el 7% del producto de la pesca indicando que si el año era malo los marineros no cobraban nada, habiéndose de conformar con el pan y el vino que les daban cada día.

    En 1795 un 14% de la población trabajaba directamente en la almadraba, sin computar la que se dedicaba a labores de cordelería, redes y mantenimiento.


    La almadraba en el siglo XIX


    A principios del siglo XIX, en concreto en 1803, el viajero alemán Christian August Fischer publicó el libro Cuadro de Valencia, escrito después de haber recorrido nuestro país entre 1797 y 1798. Por tanto refleja la situación de Valencia a finales del siglo XVIII. En su entrada sobre Benidorm dice que los pescadores de esta localidad sobresalían por su singular habilidad en la pesca de los atunes y por eso se les escogía habitualmente para las almadrabas anuales desde Tortosa a Cartagena. También explica cómo se practicaba la pesca del atún en Benidorm.”

    Una almadraba consiste en un cerco de grandes redes que atrae a los atunes a la trampa, algo que se puede hacer sencillamente con otra red llamada pared. Ésta es una red estrecha que se extiende desde la orilla hasta la entrada de la almadraba y se fuerza a los atunes a entrar en ella por medio de barcas estacionadas, cebos, etc.

    Así entran, pues, los atunes, a menudo quinientos, seiscientos o más, primero en el paso y desde ahí en la almadraba, donde, estrechando progresivamente la trampa, se les lleva de una cámara a otra. Esto, sin embargo, ha de hacerse con gran cuidado, hasta que finalmente se los ha aprisionado por completo en la última cámara, la llamada cámara de la muerte, que también tiene el fondo cubierto con redes resistentes.

    Ahora se les deja salir uno tras otro por una pequeña abertura y se los mata con habilidad de un golpe de manera que puedan aprovechar su propio impulso para saltar al barco.


    Éstas son las almadrabas, un arte para el que se prefiere a nuestros pescadores de Benidorm antes que al resto de sus paisanos. Se les paga tan bien por ello que hasta el más simple peón tras cuatro o cinco meses de temporada se lleva a casa como mínimo seiscientos reales.

    Aparte de esta pesca de atún, los habitantes de Benidorm se dedican también a la pesca de sardinas. También ésta tiene sus propios encantos y se hace aún más interesante con miles de pequeños detalles. Los forasteros amantes de estas tareas podrán entretenerse tres, cuatro días estupendamente en Benidorm.

    Por lo demás, lo que merece algo de atención en el pueblo mismo es la laboriosidad de las mujeres que se encargan de las tareas del campo y son campesinas extremadamente lozanas.

    En el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, de Sebastián Miñano Bedoya afirma que: “Pesca de atún en una pequeña almadraba”. Esta alusión a su pequeño tamaño es importante y nos indica que en los siglos XIX y XX en el Rincón de Loix no se calaba una verdadera almadraba sino lo que Carlos Llorca Baus califica de “almadrabilla”.

    Tanto el esparto como el cáñamo se elaboraban en el almacén o “pal”, cuyo nombre ha perdurado hasta la actualidad en la calle homónima. En la elaboración de las redes la mano de obra femenina fue fundamental. Las redes se enviaban a Alicante mediante “el Trenet” y de allí se embarcaban para llevarlas a su destino ya que Benidorm.


    En 1880 la comarca de la Marina atravesó una grave crisis por falta de cosechas a causa de una gran sequía que se prolongó varios años. Pedro María Orts Berdín escribía en 1880 que la citada sequía había afectado también a la almadraba de Benidorm, que había visto disminuir enormemente sus capturas. No indica la sobrepesca como una posible causa. Según ese autor: “pero hoy la almadraba, que venía funcionando desde muchos siglos, ha desaparecido; los sardinales, las pesqueras de arrastre y otras muchas, cuasi no existen tampoco. Y cual es la causa? La explicación es sencilla: el pescado no se encuentra en esos mares. Algunas razones podrá haber para que haya disminuido tan notablemente la pesca en dicha costa; razones que no conocemos, pero sí debemos consignar aquí que cuando los ríos y arroyos llevan sus sobrantes al mar en años lluviosos, arrastrando despojos vegetales, el pescado se aumenta, se multiplica, siendo cogido con facilidad, y cuando falta el agua dulce y el despojo, desaparece de la costa.

    De modo que se puede decir, si es que se nos permite, que esta población sufre los rigores de una sequía por tierra... y por mar.”

    A finales del siglo XIX la almadraba seguía siendo una fuente importante de ingresos para Benidorm, aunque muchos de sus almadraberos continuaban ganándose el sustento en las almadrabas de toda la Península. 


    La almadraba y su declive en el siglo XX


    Las dos primeras décadas del siglo XX fueron para la industria del atún un período de crecimiento. Junto a los tradicionales salazones y ahumados las nuevas técnicas del enlatado de conservas en aceite y escabeche, desde finales del siglo XIX, habían favorecido la actividad industrial y comercial en torno al atún. Según Carlos Llorca Baus no se trataba de una auténtica almadraba ya que no capturaba atunes sino llobarros, lisas, mújoles, sardinas y otras especies.

    En esos años tenía la concesión la empresa de Villajoyosa “Lloret y Llinares”. 


    A primeros de septiembre comenzaba la preparación del arte en tierra. Una vez calada la almadraba, la jornada comenzaba a las cinco de la mañana cuando los
almadravers salían del almacén del Rincón de Loix, situado exactamente donde ahora se alza el edificio La Almadraba. No había un horario definido, ya que dependía de cuando y cuantos peces entraban en el cóp. Sobre las cinco de la tarde donaven de mà, es decir acababan la tarea. Era un trabajo muy sacrificado, con muy poco tiempo para el ocio.

    Cuando no había una actividad determinada se dedicaban “a matar la rata”, que consistía en hacer trabajos auxiliares, pescar con volantins y armes secretes o regoneixer la red, es decir repararla. 

    Durante los nueve meses que estaba la almadraba calada, las redes se renovaban tres veces. La primavera era la mejor época del atún y se llegaba a capturar unos cien cada día. Los marineros recibían una parte del pescado que se capturaba, un kilogramo como mínimo, lo que les aseguraba la alimentación. Otra obligación era la de vender en Benidorm al menos dos de los atunes pescados.

    Estas normas proteccionistas tenían como finalidad evitar el dejar sin alimentos las poblaciones que obtenían el pescado. El resto de capturas iba a Villajoyosa, sede de la empresa Lloret y Llinares.

    El final de la almadraba de Benidorm fue el día de San Pedro de 1952 cuando, según mandaba la tradición, se puso el cóp en terra, pero esta vez nunca más volvería a calarse.

    Miguel Soldevila Lloret fue su último arraix. Dos años después dejaban también de calarse las de Villajoyosa y Calpe. En los años siguientes las subastas para calar la almadraba de Benidorm quedaron desiertas.

    La verdadera causa de la desaparición de la almadraba de Benidorm fue su baja rentabilidad por disminución de capturas.

    La almadraba fue muy importante para Benidorm porque dio trabajo a muchas personas, generando unos ingresos más altos de los habituales en el sector pesquero. 

    Parte de esos ingresos se invirtieron en el desarrollo turístico de la localidad porque algunos almadraberos, que en la década de 1960 veían acercarse el declive de su actividad tradicional, decidieron crear hoteles, un negocio que se presagiaba rentable. Así surgieron los hoteles Agir, Aguazul, Atún, Joya, Mistral, Tanit, etc.

    La desaparición de la almadraba de Benidorm en 1952 no supuso el final de sus almadraberos. Su predominio en el resto de almadrabas nacionales continuó como en siglos anteriores. Eso suscitó resentimiento entre los almadraberos andaluces según explica David Florido-Corral quien indica que era política del Consorcio Nacional Almadrabero contratar arráeces de otras localidades para romper las antiguas relaciones del arráez con sus subordinados. Los capitanes se convirtieron en peones de la empresa para evitar que las costumbres tradicionales del trabajo en la almadraba, las fidelidades personales, la confianza y prácticas de redistribución entre el arráez, sus técnicos y la marinería no pudieran arraigar. Según dicho autor:     Se trataba de desencastrar las relaciones de dependencia personal entre capitanes y trabajadores. [...] Además, la empresa se destacó por imponer capitanes “foreños”: santanderinos pero especialmente benidormenses, que reprodujeron sagas familiares durante prácticamente todo el período (Vaello, Zaragoza, Llorca, Pérez, Palacios), lo que desplazó a las sagas de capitanes andaluces a Marruecos (los Columé, de Isla Cristina).

    Lo habitual era que los familiares de los capitanes y técnicos de Benidorm ya asentados empezaran trabajando en labores de administración, como varillas –aquellos que cuentan las capturas a bordo-. Esta preponderancia de capitanes no andaluces era justificada por el hecho de que acreditaban un título superior, el de marino mercante.

    A ello se unía que los benidormenses usaban el secreto y la transmisión restringida de los conocimientos técnicos a sus parientes sobre la estructura y el montaje del arte para mantener los puestos de mando.

    


    * Fuente principal de este reportaje artículo Benidorm y las almadrabas por el profesor Francisco Amillo, en su blog.historiabenidorm el martes, 30 de diciembre de 2014.
















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